Lo de la capital gastronómica está muy bien; ha proliferado la
restauración y se presentan productos de la tierra, al tiempo que
platos muy elaborados; la cuestión está en quienes los presentan:
camareras y camareros, con velocidad generalmente, pero sin
formación, generalmente.
No me refiero al conocimiento de
idiomas, que era previsible, sino al concepto elemental de lo que
significa el cliente y lo importante que será su opinión. En esta
Huelva nuestra, me ha pasado de todo, desde sentir que nos echaban de
comer en vez de servirnos la comida, hasta comprobar que antes de las
cuatro de la tarde nos animaban a irnos; o quitarnos los platos, para
liberar la mesa, cuando no servir el vino inadecuado.
Verán, la capital gastronómica no se elige por la bondad de las materias primas o de sus resultados, que aquí sí que lo mereceríamos, sino por un acuerdo entre periodistas de turismo que deciden comer gratis durante un año en alguna ciudad del país. Por supuesto que se relanza el nombre de la localidad, que se incide en el consumo de hostelería y restauración, que se dan a conocer productos locales, que se potencia el esmero y el empleo; sin duda todo son ventajas, aunque haya que pagar un pequeño canon de 125000 euros y entre sus objetivos primeros también estuviera favorecer la excelencia en el servicio. La idea es buena, pero yo he comido mejor jamón cualquier año que el que pedí el otro día.
Además, todos los emplatados (vocabulario) no tienen que ser como en los programas top-mini-máster chef, también existe una cocina de cuchara y de la abuela y la tradicional y la de pueblo, que no estaría de más sacarla de sus circunscripciones.
Verán, la capital gastronómica no se elige por la bondad de las materias primas o de sus resultados, que aquí sí que lo mereceríamos, sino por un acuerdo entre periodistas de turismo que deciden comer gratis durante un año en alguna ciudad del país. Por supuesto que se relanza el nombre de la localidad, que se incide en el consumo de hostelería y restauración, que se dan a conocer productos locales, que se potencia el esmero y el empleo; sin duda todo son ventajas, aunque haya que pagar un pequeño canon de 125000 euros y entre sus objetivos primeros también estuviera favorecer la excelencia en el servicio. La idea es buena, pero yo he comido mejor jamón cualquier año que el que pedí el otro día.
Además, todos los emplatados (vocabulario) no tienen que ser como en los programas top-mini-máster chef, también existe una cocina de cuchara y de la abuela y la tradicional y la de pueblo, que no estaría de más sacarla de sus circunscripciones.
Si se quiere potenciar el turismo, es decir, uno de nuestros
bienes más preciados, no estaría de más crear nuevas escuelas,
pensar en algún hotel de ciudad con piscina, recordar que cantidad y
calidad pueden ir unidas, pero no necesariamente; comprender que se
trata de una apuesta por el futuro, de una inversión que, con
nuestra riqueza, llegará a ser muy rentable, si no queremos
únicamente ganar dinero trescientos sesenta y cinco días.
HuelvaYa.es, 15/4/2017
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