Lo he escrito muchas
veces: Dejemos que los artistas hablen por sus obras, que los
locutores lo hagan por sus voces, que los deportistas, por sus
triunfos; pero no, parte de quienes defienden la libertad de
expresión como un bien se aúnan en campañas encarnizadas contra
quienes habiéndose ganado un prestigio con sus creaciones no dicen
en público lo que, según ellos, tendrían que decir.
El penúltimo caso es el
del director de cine F.Trueba, al que se le ocurre, cuando estaba
recogiendo un premio del gobierno, informar de que nunca se había
sentido español, “ni cinco minutos de su vida”, como si eso
tuviera alguna relevancia; y, claro, se arma la marimorena (o
empiezan sus guionistas a elaborar un mes de programas).
La oleada mediática se
enfada muchísimo con él, porque no se puede ser desagradecido y sí
otros adjetivos irreproducibles (sobre todo por el espacio) y, en el
colmo de la libertad, se propone un boicot. Fantástico, así se
reconoce a un actor, a un pintor, a un futbolista o a un músico, por
ejemplo. Así se reconocen a Bardem o a Piqué, aunque con el fútbol
no hay quien se meta, se le puede silbar, peo jamás faltar a un
partido de la selección española.
Por lo oído, Jennifer
López dijo un día: “No he cometido ningún delito. Lo que hice
fue no cumplir con la ley”; pues muy mal, con eso demuestra que es
una actriz horrorosa y una cantante pésima y, además, fea: no
veamos más sus películas y despeñemos sus canciones desde la
bandera de la plaza de Colón.
Y ya que hablamos de
Madrid, “Es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el
que quiere que sean los vecinos el alcalde”, ¿qué hacer? Pues,
por lo visto, votarlo como presidente.
Otro intelectual, George
W Busch, analizó los resultados de unas elecciones con esta
sentencia:“Un número bajo de votantes es indicativo de que menos
personas están yendo a votar”. Pues, como es tan gracioso,
propongo que nos olvidemos de la guerra de Irak y de sus
consecuencias.
De todas estas
impertinencias, a las que personalmente no les doy más valor que el
de un tropiezo, la que más me gusta, por su adecuación a la
actualidad, es la de Bismark: "España es el país más fuerte
del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo
han conseguido”. Claro, es que esta frase no es una impertinencia.
Quizá si se separase la
paja del trigo y se juzgara por sus declaraciones únicamente a
quienes tienen el único oficio de declarar, evitaríamos ridículos
tan lamentables como el de acusar a Picasso de no vivir en Málaga, a
Juan Ramón Jiménez de irse a Puerto Rico o a Rafa Nadal de jugar
torneos fuera de las Baleares.
Acúsenme, ya les pido
perdón, pero me gusta la literatura del bebedor Hemingway, las
interpretaciones de la cleptómana Winnona Ryder y de Hugh Grant,
Johnny Deep, Jodie Foster y Robert DeNiro, aunque no actúen ni
piensen en su vida privada como yo; también, la música de Bob
Marley, el cine de Polanski y el de Fernando Trueba, al que acusaría
solo de maleducado.
HuelvaYa.es, 4/12/2016
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