Mis
respetados profesores me enseñaron que para que existiese el perdón
de una falta, la expiación tenía que ser proporcional a las
características de la ofensa; y que si se trataba de una afrenta
pública, la reparación debería ser pública también. Desde
entonces, uno ha hecho lo que ha podido al respecto, pero no ha
olvidado aquella fórmula mágica de la proporcionalidad necesaria
para la absolución.
Pues bien, el
expresidente George W. Bush declaró en una entrevista concedida a la
cadena estadounidense ABC News, en diciembre de 2008, que “el mayor
error de sus años en la Casa Blanca fue hacer caso a los informes de
inteligencia que decían que había armas de destrucción masiva en
Irak”.
En
octubre de 2015, Tony Blair confesaba a la CNN que “no supo prever
el caos que se desataría tras el derrocamiento de Sadam Husein” y
admitía también sus “mistakes” (errores).
En efecto, era evidente
que la razón esgrimida como fundamental para invadir aquel país se
desvaneció como un azucarillo, y no en agua precisamente. Y de los
protagonistas de la foto de las Azores, sólo uno queda por admitir
que, en esa ocasión al menos, se equivocó.
Sus correligionarios le
han ayudado a salir de lo que sería un gran aprieto para la mayoría
de los mortales, aclarando que España no fue a esa guerra, pero no
es necesario recordar cuánto dolor y muerte nos ocasionó nuestra
“no-participación”.
A mí, que aproveché
muy bien los años de estudio en un colegio religioso, me parece que
en esto de ayudar a los iraquíes no se ha aplicado correctamente la
receta que equilibraba el agravio y la pena. Y me extraña mucho
siendo, como son las implicadas, personas muy conspicuas y muy
creyentes, unidas a la divinidad tanto en conversaciones como en
caminos. Considero que la explicación de que no les dijeron la
verdad, de que se precipitaron o, tal vez, de que se equivocaron
tendría que retransmitirse vía satélite desde las Azores o, cuando
menos, desde algún foro similar y con publicidad parecida a la que
tuvo el pitido inicial de la contienda.
Se podría hacer,
además, una bonita foto con un pie que rezase: “No era lo que
pensábamos. Nuestros servicios de inteligencia han estado poco
inteligentes”, o quizá “lo siento; no volverá a ocurrir”,
aunque esto último, estando como está Mr. Trump en la Casa Blanca, sea difícil de creer.
La intención de querer
revalorizar el peso internacional de nuestra nación tampoco ha sido
suficiente (además, lo que un presidente gana, otro lo pierde y
vuelta a empezar): "España estuvo en las Azores porque no pudo
participar en el desembarco de Normandía, que es donde debería
haber estado", dicen que fueron palabras del expresidente Aznar.
Pues con las otras fotos de los zapatos sobre la mesa del rancho de
Busch, tendría que haberle bastado al amigo Ánsar.
HuelvaYa.es, 26/03/2017
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