No soy el único que al
principio de nuestra democracia veía los debates parlamentarios, que
entonces se retransmitían enteros, creo, por televisión. Nos servía
para alimentar la ilusión y para comprobar las dotes oratorias de
Felipe y Fraga que, sin llegar a don Emilio Castelar (según se
decía), eran capaces de mantenernos en vilo y con esperanzas. Pero
lo malo de los sueños buenos es despertar.
En una lectura diferente
del proverbio de Antonio Machado: “Tras el vivir y el soñar,/está
lo que más importa:/despertar.”, se podría inferir que es lo más
importante porque nos asienta en la tierra y nos hace hombres y
mujeres maduros, es decir, decepcionados. En este caso, entre utopía
y realidad, el poeta se acerca al Sancho que también somos.
Y algo así nos ha pasado
en los últimos meses de esta democracia adolescente. Quizá porque
“entre el vivir y el soñar / hay una tercera cosa./ Adivínala”,
no hemos sabido cuál era esa cosa y nos hemos quedado, petrificados,
esperando y temiendo a la vez que hubiera pactos de gobernabilidad y
que no los hubiera. Pensábamos que cualquiera opción era peor que
la anterior y, finalmente, se nos ha abofeteado con la menos deseada
e incomprensible: la repetición de elecciones; es decir, hemos
tirado una cuatrimestral por la borda y se nos ha citado en
septiembre, a ver si nos dejamos ya de tonterías y votamos lo que
los candidatos quieran.
Ante este reproche, esta
incapacidad y este despilfarro, los ciudadanos hemos sido encadenados
a una roca de informativos, ofertas y probables engaños y, cada día,
los mismos candidatos volverán a devorar nuestra confianza, que se
regenerará cada noche, para poder ser destrozada al día siguiente:
Sí, como Prometeo; sí, como si hubiésemos enfadado al dios Zeus, o
a sus representantes en la tierra, los políticos profesionales, al
haber opinado que todos lo hacían mal.
Quienes nos han hastiado
amenazan con hastiarnos más y mejor, refinando sus técnicas
mutiladoras, hasta la extirpación absoluta de su credibilidad.
Pues yo no quiero ver a
los mismos actores, repitiendo sus manidos textos, con sus figuras
redundantes y molestas. No quiero dejarles creer que no me he
enterado de nada, que me he dejado burlar y que pueden seguir
haciéndolo. No me cabe más aburrimiento ni más castigo y, aunque
iré a votar el veintiséis, haré constar en todos los foros que no
me creo a estos personajes, ni a los de la prensa que intentan
desorientarnos y compiten con ellos en la propagación de las medias
verdades, que es mentir dos veces (si dices la otra mitad), como
también observaba don Antonio Machado.
HuelvaYa.es, 1/5/2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario