No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.

Salinas, P: La voz a ti debida, 1933


domingo, 1 de mayo de 2016

CASTIGO

   No soy el único que al principio de nuestra democracia veía los debates parlamentarios, que entonces se retransmitían enteros, creo, por televisión. Nos servía para alimentar la ilusión y para comprobar las dotes oratorias de Felipe y Fraga que, sin llegar a don Emilio Castelar (según se decía), eran capaces de mantenernos en vilo y con esperanzas. Pero lo malo de los sueños buenos es despertar.
   En una lectura diferente del proverbio de Antonio Machado: “Tras el vivir y el soñar,/está lo que más importa:/despertar.”, se podría inferir que es lo más importante porque nos asienta en la tierra y nos hace hombres y mujeres maduros, es decir, decepcionados. En este caso, entre utopía y realidad, el poeta se acerca al Sancho que también somos.
   Y algo así nos ha pasado en los últimos meses de esta democracia adolescente. Quizá porque “entre el vivir y el soñar / hay una tercera cosa./ Adivínala”, no hemos sabido cuál era esa cosa y nos hemos quedado, petrificados, esperando y temiendo a la vez que hubiera pactos de gobernabilidad y que no los hubiera. Pensábamos que cualquiera opción era peor que la anterior y, finalmente, se nos ha abofeteado con la menos deseada e incomprensible: la repetición de elecciones; es decir, hemos tirado una cuatrimestral por la borda y se nos ha citado en septiembre, a ver si nos dejamos ya de tonterías y votamos lo que los candidatos quieran.
   Ante este reproche, esta incapacidad y este despilfarro, los ciudadanos hemos sido encadenados a una roca de informativos, ofertas y probables engaños y, cada día, los mismos candidatos volverán a devorar nuestra confianza, que se regenerará cada noche, para poder ser destrozada al día siguiente: Sí, como Prometeo; sí, como si hubiésemos enfadado al dios Zeus, o a sus representantes en la tierra, los políticos profesionales, al haber opinado que todos lo hacían mal.
   Quienes nos han hastiado amenazan con hastiarnos más y mejor, refinando sus técnicas mutiladoras, hasta la extirpación absoluta de su credibilidad.

   Pues yo no quiero ver a los mismos actores, repitiendo sus manidos textos, con sus figuras redundantes y molestas. No quiero dejarles creer que no me he enterado de nada, que me he dejado burlar y que pueden seguir haciéndolo. No me cabe más aburrimiento ni más castigo y, aunque iré a votar el veintiséis, haré constar en todos los foros que no me creo a estos personajes, ni a los de la prensa que intentan desorientarnos y compiten con ellos en la propagación de las medias verdades, que es mentir dos veces (si dices la otra mitad), como también observaba don Antonio Machado.


                                                HuelvaYa.es, 1/5/2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario