Los escritores deberían
estar exentos de declarar sus afinidades políticas o, lo que parece
más fácil, que los demás llegásemos al consenso de ignorarlas, ya
que poco importan, casi siempre.
Viene al caso por Luis
Alberto de Cuenca, que colaboró con J.Mª Aznar, en cuyo gobierno
fue director de la Biblioteca Nacional (1996-2000) y Secretario de
Estado de Cultura (2000-2004), al que le acaban de otorgar el Premio
Nacional de Poesía, por su libro “Cuaderno de vacaciones”; y
viene al caso por F.Gª. Lorca, a quien le fue imposible su amistad
con José Antonio Primo de Rivera y viceversa (Jesús Cotta: “Rosas
de plomo”, Stella Maris, 2015) y por R. Alberti, P. Neruda, Manuel
Machado, José Mª Pemán y tantos otros. Da igual que su marca sea
de un lado o del contrario; a veces, basta con señalarse o hacerse
antipático, ahora en los medios de comunicación, para que
injustamente borremos a grandes plumas de nuestras lecturas,
confundiéndolas con las manos que las empuñan.
Es verdad que nadie está
totalmente solo para escribir y que incluso está bien visto, en
donde lo esté, cierto compromiso; pero debería ser evitable asociar
la imagen y la creencia al producto o, de otra manera, el personaje y
el autor al verdadero protagonista de la obra.
Luis A. Cuenca dice que
al expresidente amigo le gusta la poesía y yo le creo, porque ni
siquiera los autores de obras excelsas tienen por qué ser coherentes
con sus obras. Distinto es la vida.
Los problemas con el
alcohol de Jack Keruac, M. Duras o E. Hemingway no mermaron la
calidad de sus obras, ni la afición por las matemáticas y la
fotografía de Lewis Carrol influyeron en “Alicia” (¿o sí?). G.
Flaubert era un gran tímido, Balzac bebía decenas de tazas de te y
dormía poquísimo, A. Conan Doyle era un gran deportista, lo mismo
que Albert Camus, que fue portero juvenil del Racing Universitario de
Argelia; así que por qué no imaginar a un Miguel Delibes cazando,
luciendo la prosa en español y en España más limpia del siglo XX,
o a premios Nobel alcohólicos o puteros. La mano es del cuerpo, pero
la letra es del viento, que podría haber dicho también otro
expresidente, aunque este con aficiones y amistades muy distintas.
HuelvaYa.es, 11/10/2015
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