Descubrí
la frase: “Yo sólo soy lo que elijo” en medio de un guión con
pretensiones de novela o, mejor, en medio de una novela que no era
más que un guión y que, finalmente, rompió en película; me
refiero a Dan Brawn. Y me detuve a pensar que era cierto, que somos
lo que nos gusta, un conglomerado de preferencias, de opciones y
oportunidades, con lo que vamos configurando una personalidad
humanamente impura. Ocurre cuando se decide trabajar en lo que
interesa o en lo que seduce, cuando se decide convivir como objetivo
o, sencillamente, vivir; cuando se ocupa el tiempo libre y, sobre
todo, cuando se disfrutan las vacaciones, la conversación más
recurrente de estos días. En ellas, no se trata de haber escogido
entre el mar, la montaña o la ciudad, ni entre un viaje, el
alojamiento rural o la familia, sino de optar por encontrarnos con
nosotros mismos y, especialmente, con nuestros demás.
Se
le atribuye a J.P. Sartre la frase de que el infierno son los otros;
y, sobre todo en situaciones de ocio, parece que lleva razón. El
“estar con”, la compatibilidad sin trabajos es la medida de las
afinidades y de los desencuentros, de los amores y de los hastíos.
No hacer nada puede ser tan deseable como el llenarnos de
actividades, sobre todo si se acierta con la compañía.
La
elección, la huida, o lo que aceptamos sin resistencia, expresa
quiénes somos en realidad; y los deseos incumplidos quiénes
querríamos ser. Por eso, la frase del principio admite una
matización: Somos también lo que nos dejan elegir, que no siempre
coincide con lo que deseamos. Hay cosas que nos vienen impuestas,
como la nacionalidad, la familia y, en un principio, el nivel social;
y no todos somos héroes, emprendedores infatigables y personas duras
y ambiciosas; pero esto sí, lo que elegimos es nuestro, con sus
responsabilidades y con el funambulesco goce de la libertad.
En
unos versos de P. Neruda puede leerse “¿dónde está el niño que
yo fui? / ¿por qué anduvimos tanto tiempo / creciendo para
separarnos? Y es que a veces lo que llegamos a ser dista tanto de lo
que soñábamos, que lo verdaderamente difícil es reconocernos.
HuelvaYa.es,
30/08/2015
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