No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.

Salinas, P: La voz a ti debida, 1933


sábado, 6 de diciembre de 2014

Censuras (1ª parte)

 Para quienes no hayan vivido en época de censuras, algunas anécdotas sonarán a exageraciones o a una imaginación grande e interesada, pero no es así: en este mismo país que ahora celebra una Constitución vacilante, pero que permite una convivencia pacífica, sin que nadie nos diga qué pensar y posibilita que pueda oírse del mismo hecho una versión y su contraria, hubo una censura y unos censores que metían sus narices en todo e imponían una moral pública y colectiva.
Como suele ocurrir, cuando se acabó la dictadura, los ciudadanos democráticamente adolescentes quisieron desquitarse de inmediato de los años de represión y, entonces, se perpetró el primer cine basura, la primera prensa basura y la televisión, de la que aún no nos hemos librado, aunque por motivos diferentes.
Hasta principios de los setenta no se podían reunir más de cinco personas sin ser sospechosas, las carteleras que se exhibían eran maquilladas y el sexo seguía siendo la gran obsesión.
En mi mundo particular, veía a mi padre llegar más tarde a casa antes de cada estreno de una película, porque era preceptivo proyectarla previamente para el censor y se hacía por la noche. Por su discreción, no comentaba nada, pero con mis años, empecé a comprender y a sufrir lo que significaba. Es más, cuando mis amigos y yo, ya mayorcitos, comenzamos a dar recitales de poesía, siempre había un par de señores grises, en todos los sentidos de la palabra, que acompañaban a nuestra exigua concurencia; y cuando se representaban obras de teatro, incluso de jóvenes (especialmente, imagino), exigían estar en el ensayo general y corregían. Vamos que si corregían, prohibieron este verso “en la conciencia oculta de un Estado”, de Juan A. Guzmán, aunque después, ya nos la arregláramos nosotros para decirlo, que entonces no se usaban grabadoras ni teléfonos móviles.
En esa etapa intensa, había que autorizar los guiones de radio, los poemas de las lecturas en Saltés, las obras de A.S.P.I.T y Tespis, refugiarse en los cinefórum y tener cuidado para no sorprenderse con las noticias: “Descubierto un grupo poético en Huelva”, fue un artículo que firmaba el periodista Joaquín Mejía, en Odiel y que subtitulaba “Se reúnen cada sábado como los brujos en su aquelarre”. A más de uno le dio un vuelco el corazón, cuando leyó político en vez de poético y se enteró de que se veían en el bar Las Columnas.

                                                   (Huelvaya.es, 06/12/2014)

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