No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.

Salinas, P: La voz a ti debida, 1933


lunes, 12 de agosto de 2013

Televisión


Hace meses, un conocido presentador de televisión equiparaba a los participantes de Gran Hermano y a los de O.T., ya que –decía- buscaban lo mismo, un futuro. Pues claro que todos buscamos un futuro, los trabajadores en general, los que estudian doce horas diarias para aprobar una oposición e, incluso, el autor de la frase. Quizá quería decir que hay gente que ni siquiera busca su futuro y esto, lamentablemente, es cierto. Pero la novedad es que la televisión ha cambiado la manera de buscarlo.
El medio está corrompido por tantos intereses que es difícil saber qué sofisticadas decepciones nos reserva. Naturalmente se sabe que todos los programas que alcanzaron una cuota de pantalla importante tendrán sus segundas, terceras o sextas partes; que Canal Sur creerá, quizá basándose únicamente en datos demográficos, que difunde la imagen de Andalucía; y que será muy difícil evitar que personajes ociosos, sin cultura, mal hablados y zafios griten sus debilidades en lo que llaman horas punta.
Vistas las cosas así, el presentador filósofo llevaba razón. Hay, por lo visto, tres grupos de jóvenes, los que no mueven un dedo por encontrar su dignidad, espectadores del esfuerzo ajeno y simbióticos; los que la venden por dinero, creyendo que cualquier exhibicionismo es un trabajo y también los que sueñan con hacerlo, que son los principales consumidores de este tipo de entretenimiento y, finalmente, los demás, que siguen creyendo en sí mismos y luchan por un oficio, una carrera o un puesto de trabajo merecido, pero de éstos no se ocupa la televisión.
En cualquier caso, la sociedad no es la víctima de esta realidad, sino la causa. No olvidemos que el aprendizaje verdadero radica en otros lugares, como en la familia y el entorno, que sí podemos programar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario