No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.

Salinas, P: La voz a ti debida, 1933


martes, 30 de marzo de 2004

Magia y verdad

Con la excusa de presentar el libro de José Enrique Salcedo, Magia y verdad de Bécquer, me he adentrado en las innumerables alusiones esotéricas que encierran las obras del poeta sevillano. Frecuentemente, mi curiosidad queda solapada por otros elementos de la crítica literaria, pero la ocasión merecía detenerse en algunos aspectos como la concepción cristiana de Bécquer, que le hace escribir Historia de los templos de España, matizada por su cercanía a la gnosis, el plotinismo y otras ideas y religiones, obviamente heterodoxas; y su cercanía al ocultismo. Parece que Manuel de Assas, profesor de sánscrito en la Universidad Central de Madrid, que le ayudó en la obra citada y Juan de la Puerta Vizcaíno, codirector del proyecto, pudieron hacerle llegar la información necesaria sobre el hinduísmo y la cábala hebrea; y que Luis González Bravo, el ministro que le protegía y que le nombró censor de novelas, masón relacionado con los rosacruces, le transmitiría alguna información.
Lo cierto es que, además de las lecturas de los grandes autores de la época y de los volúmenes de la biblioteca de su madrina doña Manuela Monnehay, Bécquer profundizó en estos temas y, sin duda, le influyeron en la introspección psicológica de sus Rimas y en el mundo etérico y fantasmagórico de las Leyendas.
Sé que los románticos eran así, y que no parece tan extraño que Maese Pérez tocase el órgano después de muerto, una vez conocidas las novias de ultratumba de don Félix de Montemar o de don Juan, pero ahora recuerdo que cierta parte de la sociedad hispalense de la época se negó al traslado a la Catedral de sus restos y, ya puestos, que exactamente a los treinta minutos de su muerte, el 22 de diciembre de 1870, se produjo en Sevilla un eclipse total de Sol.

El Correo de Andalucía, 30/03/2004

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