Pepa Merlo publicó en
2010, en la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara,
el libro Peces en la tierra,
donde rescataba los nombres injustamente olvidados, que no
incomprensiblemente, de una veintena de mujeres poetas “en torno a
la generación del 27”. Se incluían poemas de Concha Méndez, Rosa
Chacel, Ernestina de Champourcin o Josefina de la Torre, junto a
otros que suponían un auténtico descubrimiento, al menos para mí,
como los de Pilar de Valderrama (la Guiomar de Antonio Machado).
El
silencio al que se ha sometido a estas escritoras debe encuadrarse en
la omisión general de sus obras por parte de una sociedad patriarcal
aún sin desterrar y, en la mayoría de los casos, por el
malentendido deber de las esposas de la época de ser discretas,
prudentes y obedientes a sus maridos. Por una razón u otra, nos
hemos quedado sin disfrutar de quienes tenían una palabra firme y
madura.
Estos
días pasados, en Córdoba, ciudad casi completa, se ha venido
celebrando un Seminario Internacional, con el título La
palabra silenciada (Voces de
mujer en la poesía española desde 1950 a 2015), que ha pretendido
dar a conocer la producción literaria de mujeres que tienen un
acento valioso y distinto en la lírica que podríamos denominar
contemporánea. Las jornadas han sido organizadas por la Asociación
Colegial de Escritores, en su sección de Andalucía, con su
presidente Manuel Gahete al timón y, especialmente, Remedios
Sánchez, vicepresidente y alma del evento.
El
primer día, miércoles 29, tras la apertura y demás actos
protocolarios se escucharon las voces de Julia Uceda, Chantal
Maillard, Paca Aguirre, Mª Victoria Atencia, Juana Castro y Ángeles
Mora, todas premios nacionales de Poesía o de la Crítica, o de
ambos, como A. Mora. Verlas juntas ya debe considerarse un gran
acierto de la organización y del público asistente, que fue
numeroso.
Como
se trataba de presentar tres momentos por razones metodológicas, el
jueves 30 asistieron Alicia Aza, Paloma Fernández Gomá, Trinidad
Gan, Encarna León y Ana Rosetti, presentadas por Manuel Gahete que,
previamente, hizo un recorrido por la escasa presencia femenina en la
literatura española, enunció algunas de las razones de este
silencio injustificado y consciente, habló del despertar de los años
60 en Estados Unidos y resaltó la importancia de algunas españolas,
a partir del último tercio del siglo XX, como la de Ana Rosetti. La
poetas tomaron entonces la palabra, que, por unos momentos, dejó de
estar silenciada, ojalá ya para siempre.
Alicia
Aza, madrileña, acaba de publicar su cuarto poemario Arquitectura
del silencio y sus
obras aparecen por vez primera en 2010. Sin embargo, su recorrido es
fructífero, ya que con El libro de los árboles
fue finalista del Premio Andalucía de la Crítica en 2011 y con El
viaje del invierno obtuvo
el Premio Internacional de Poesía “Rosalía de Castro” en el
mismo año. Sus poemas denuncian la injusticia, hablan del hoy, de
sucesos y de muros que dividen, muestran sus inquietudes culturales y
sus preocupaciones sociales, las vivencias propias y ajenas y, en su
lucha por la palabra perfecta, que doma con el preciso ritmo,
pretende, según confiesa, humanizar la historia. Alicia es belleza
en persona y voz, es energía y presente; una mujer que recuerda una
realidad llena de horrores, en la que desea “caminar por los
parques desnudos, deshaciendo el sabor de [una] sonrisa”.
Paloma Fernández Gomá,
nació en Madrid, pero que vive en Algeciras desde 1969. Es una de
esas personas que, por su agitación cultural no deja indiferente a
las instituciones, que le conceden numerosos y merecidos galardones
como la insignia de la ciudad de
Algeciras por el Día de Andalucía, la Mención Honorífica de la
A.M.P. Victoria Kent o el Premio “La Barraca de las Letras y el
Teatro”, concedido por la Diputación de Cádiz. Es vocal de la
junta directiva de la Asociación Internacional Humanismo Solidario,
miembro de honor de la Asociación de Escritores Marroquíes en
Lengua Española, vocal de la Junta directiva de la Asociación de
Críticos literarios y escritores de Andalucía, delegada por Cádiz
de ACE en Andalucía y pertenece al Instituto de Estudios
campogibraltareños. Fundó y dirige, además, la revista
intercultural Dos orillas.
Su
poesía pretende dar respuesta a los interrogantes del ser humano a
través de la reflexión que le propone el poema, cree
la comunicación entre las diferentes culturas y, como escribe Pepe
Cenizo “trata de la naturaleza humana y su afán de asentamiento en
el mundo, pero también de su sed de espiritualidad y trascendencia”.
Con
esta crónica, que continuará en entregas sucesivas, se pretende
contribuir a la publicidad de unos nombres y unos textos que merecen
valorarse entre los más significativos de la historia de la
literatura actual que se enseña, o se intenta (si es que se hace),
en institutos y universidades y, especialmente, en el gusto lector de
tantos aficionados a la poesía. Así que, mientras sigue el relato,
leamos a quienes han sido citadas, aprovechemos para investigar las
voces femeninas más cercanas y esperemos a quienes han de aparecer
en estas líneas, con motivo del Seminario.
HuelvaYa.es,
3-12-2017
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