Los docentes han
recibido unas instrucciones sobre la exigencia de justificar que no
se está incluido en el Registro Central de delincuentes sexuales, si
se quiere trabajar con menores. Pues me parece muy bien. Se deriva de
una ley de 2015 que modifica otra del noventa y seis.
En esta obsesión por la
prevención, podrían incluirse también una declaración de los
policías nacionales de no ser violentos; otra de los municipales de
no tener amigos a quienes quitar las multas; de los jueces, de no
haber pertenecido a partidos políticos, equipos de fútbol y de
poseer una pureza intelectual absoluta; a los alcaldes, de la
relación con sus demás; a los sanitarios, de no tener adicciones; a
los periodistas, de no tener denuncias por mentir; a los confesores,
de no ser cotillas; a los repartidores de butano, de no haber metido
a sus clientes nada más que bombonas; a los carteros, de haber
llamado dos veces sin pasar luego por la cocina y a los candidatos a
presidente del gobierno de no ser, por lo menos, ególatras y todo lo
anterior. Ah, que eso es prejuzgar, presumir y sospechar: no había
caído.
Parece que el mismo
Estado que pregona la reinserción y que es víctima de tesoreros
ejemplares, molt honorables y muchos etcéteras no es consciente de
que prevenir es también invertir en educación, pensar en los
futuros jubilados, no malgastar en elecciones superfluas, apoyar la
justicia, ser limpios desde el mismo momento en que se toma posesión,
poder tener los micrófonos abiertos y conceder más poderes a la
sociedad civil. Por otra parte, me pregunto si un pasado, una
etiqueta, una condena debe inhabilitar más de lo que ya lo hace
moralmente, aunque habrá casos y casos.
Desde mi estricto
criterio personal, ratifico mi conformidad con la ley 26/2015 de 28
de julio, pero si cuando un depredador sexual, un mal funcionario, un
inspector irrespetuoso, un agente soez o un alcalde putero no tienen
una conducta adecuada, hay que dar tantas vueltas para demostrar lo
evidente y, a veces, para nada, estaremos muy lejos de ese “mundo
feliz” que ni siquiera a Aldous Huxley le salió bien del todo.
Además, convendría recordar que por un exceso de leyes se hundió
hasta el mismísimo imperio romano.
Creo, sinceramente, y lo
declaro, que la prevención es mucho más que un certificado o que no
te hayan registrado nunca en unos papeles de la administración.
HuelvaYa.es,
25/6/2016
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