Vamos a ver si consigo
enterarme: Cuando un yihadista se refiere a Paris como la capital de
la abominación y la perversión, entendemos que esas “maldades”
son que la gente vista como le de la gana, que las mujeres usen poca
ropa y lleven el pelo suelto, que se oiga música americana y se
baile (“en Bataclan estaban reunidos centenares de idólatras en
una fiesta perversa”, se lee en uno de los textos reivindicativos),
que el amor no sepa nada más que de amor, que veamos la televisión,
salgamos por la noche y el estado sea laico o aconfesional. Bien. Y
todo esto, que llamamos libertad e igualdad, son nuestros valores.
Ellos tienen otras
convicciones y, por eso, hay que acabar con nosotros por pecadores y
como venganza por lo que les hemos hecho, o les estamos haciendo en
otros lugares. La verdad es que no creo que pueda aportar nada más
en este terreno.
Aunque, ahora que caigo,
he conocido a muchos conciudadanos que critican el modo de vestir de
la gente y suelta frases como a Ese lo rapaba yo, o A aquella la
mandaba yo a Transilvania; y he oído Aquella joven va pidiendo
guerra, porque los pantaloncitos no les cubren los glúteos o el
escote casi le divide la camisa; y me han aburrido esos comentarios
no estéticos, que venían a decir que, por lo visto, existe también
aquí una limitación en la manera de vestir. ¿Estos no son ataques
contra la libertad?
Pero lo más grave es que
muchas veces eran/son jóvenes (si no, el problema lo solucionaría
el tiempo) y siguen devolviendo a sus novietas a casa para que se
cambien, les prohíben salir con algunas personas y les
vigilan-controlan-permiten sus relaciones; y ellas aceptan, cegadas
por la belleza efímera de un rostro, un pantalón o un carácter.
Claro que también hay
quienes, en nombre de una Biblia en donde se discrimina a la mujer,
no admiten los matrimonios del mismo sexo y los califican con
adjetivos nada piadosos. Y estos componentes radicales, tengan quince
o setenta años están entre nosotros.
A ver si me aclaro: La
guerra no es contra unos u otros, para colmo diseminados en el caso
del nuevo terrorismo, sino contra la libertad, por lo que, además de
las medidas que decidan tomar los gobiernos contra esos extremismos
religiosos, hay una guerra interior de la que debemos alertarnos (ya
van casi cien mujeres asesinadas este año y sus asesinos no gritaban
el nombre de Alá, sino probablemente “Eres mía”).
Por definición, todos
los terrorismos son intransigentes y, por desgracia, se cultivan en
edades tempranas; y con todos deberíamos ser igualmente implacables.
HuelvaYa.es,
15/11/2015
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