No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.

Salinas, P: La voz a ti debida, 1933


domingo, 8 de junio de 2014

Huelva en la Casa rosa

 El onubense de la calle Puerto, esquina con la antigua calle Botica, Manuel Enrique Figueroa Clemente recibió el pasado jueves, día cinco de junio, el premio Cinta Castillo por su dilatada carrera profesional: Catedrático de Ecología de la universidad hispalense, treinta y ocho años dedicados al estudio del medio ambiente en Andalucía, once premios de investigación, siete libros de divulgación medioambiental y la dirección de más de cien proyectos de investigación sobre esta materia.
La noticia ya se ha publicado ampliamente, pero el hecho de ser su amigo de la infancia y de siempre me hizo asistir al acto de entrega, donde la presidenta del gobierno andaluz tenía anunciada su presencia y que, finalmente, presidió Mª Jesús Serrano, consejera de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio. Y tuve la suerte de escuchar las palabras que Enrique Figueroa dirigió a quienes asistíamos.
En ellas, recordó la figura de Cinta Castillo, que fue consejera, senadora y parlamentaria andaluza, presidenta de la Fundación Doñana 21, natural de Huelva y figura comprometida en todos sus cargos y ámbitos; y confió en que su ciudad natal le organice pronto el homenaje que merece.
Y hablando del Medio Ambiente, como correspondía y tras agradecer en nombre de los premiados los diversos galardones y el propio, recordó que Andalucía posee un treinta por ciento de espacio natural protegido y que no hay en Europa ninguna región con mayor cantidad de Espacio Protegido, ni con información ambiental pública más provechosa.
Pero el motivo de traer sus palabras a estas páginas es, además del personal y de justicia ya expuestos, las importantes alusiones que hizo a Huelva: habló de la necesidad de compatibilizar desarrollo industrial y minero con medio ambiente y salud pública, recordó que habrá que hacer responsable de algunos desastres a quién sea, pero no a los ciudadanos, recordó la conveniencia de elaborar un Plan estratégico de adaptación de pueblos y ciudades ante el cambio climático y dijo, como corolario, que no se puede renunciar a la utopía, que va de la mano de la esperanza, como había apuntado Claudio Magris.
Seguramente, cuando hablaba de que tenemos mucho por hacer y de que los andaluces, que no somos indiferentes, tenemos que liderar ante España y Europa el cambio de las condiciones materiales de la sociedad para facilitar un mundo justo, donde disfrutar de nuestro medio ambiente en condiciones iguales para todos, a mí me sonaba a palabras de un onubense que recordaba sus orígenes y que se comprometía siempre con los problemas que tiene su tierra. Me sonaba que la sinergia entre administración y administrados, entre poder político y ciudadanía que mencionaba, se refería especialmente a Huelva. Y cuando he recapacitado sobre sus palabras, he comprendido que era así porque, como también dijo, habrá que pensar globalmente y actuar localmente.
Entonces, me di cuenta de que referirse al conjunto y a cada una de sus partes, sobre todo, cuando una de ellas se lleva en el corazón, era lo mismo y de que era él quien me acababa de escribir este artículo.

                                                                                  (HuevaYa.es, 07/06/2014)


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