No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.

Salinas, P: La voz a ti debida, 1933


domingo, 22 de junio de 2014

Consejos envenenados

Iriarte cuenta en sus Fábulas que un oso estaba ensayando una danza y, al ver a la mona, le preguntó su opinión. Esta le dijo que lo hacía muy mal, aunque el cerdo, que también estaba presente, lo vitoreó fervorosamente; por lo que el oso –bailarín equívoco, pero astuto- concluyó que cuando la primera lo desaprobaba, pudo dudar, pero que, si el gorrino le había alabado, muy mal debía de bailar. La moraleja es que “nunca una obra se acredita tanto de mala, como cuando la aplauden los necios”.
Me encandila esta visión de las apreciaciones ajenas, porque retrata lo que ocurre no solo en el mundo del arte, sino en el terreno de los comportamientos humanos. En esta ocasión, ni me refiero a ciertos premios literarios, ni a los criterios del Circuito Andaluz de la Letras, cuyo nombre está bien puesto, ya que sus autores no responden a la calidad, generalmente, sino a la velocidad en arrimarse a quien corresponda; no, no me refiero al baile, ni a la música, sino a la manera que se tiene de valorar las conductas y las opiniones cuando quien lo hace es quien no sabe o, lo que es peor, quien tiene intención de hacer lo contrario.
Si los republicanos fueran cuatro gatos, la delegada del desorden público de la capital del reino no se hubiera tomado tantas molestias en reprimirlos. Si las reformas de la Constitución no llevaran consigo una disolución del gobierno, no habría tanta necesidad de evitarlas. Si no se tuviera miedo a la opinión ajena, no tendría nadie que molestarse por una chapa, bandera o por un resultado electoral.
Muchas veces se consigue lo contrario de lo que se pretende; por ejemplo, un tal Moreno Bonilla, presidente a la sazón de los populares andaluces, dijo desde el principio que Susana Díaz aspiraría en este momento a la secretaría general de su partido; y entonces lo tuve claro, la presidenta se quedaría en nuestra tierra, como así ha ocurrido. Un tal Marhuenda, que chorrea malicias contra cualquier tipo de izquierda en las tertulias televisivas, me parece un gran activo del voto antipepé, en contra de lo que él mismo desea. Y de la misma manera, el ninguneo general a las disidencias y el nacionalismo español del actual gobierno fomenta otros nacionalismos, más viscerales que de convicción.
La moraleja nos lo recordaba: No te dejes alabar por los enemigos, porque entonces estarás perdido; y sigue siendo así, por lo que más vale ser cautos en las alabanzas y mirar con meticulosidad la situación y su contexto, no vaya a ser que, como en la fábula, unos aplausos de dudosa procedencia logren el efecto contrario que apetecían. Además, no es tan grave recomendar a algunos osos que dejen ya de bailar y que los oseznos salgan de una vez a las pistas.

(HuelvaYa.es, 22/06/2014)

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