No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.

Salinas, P: La voz a ti debida, 1933


martes, 3 de diciembre de 2013

Dulce


Conocí a Dulce Chacón en su Extremadura, en Don Benito más concretamente, charlamos junto a los componentes de un jurado que presidía Santiago Castelo. Nos habló de su inminente novela La voz dormida, que tanto éxito obtendría luego, de sus conversaciones con mujeres y de las pesquisas para documentarse. Nos bañó con su sonrisa, amplia y luminosa. E insistió en que teníamos que ir a Zafra. Fuimos, por supuesto. Adoraba su tierra, ejercía de extremeña siempre, y comentamos lo cerca que estábamos los andaluces de sus paisanos.
Cuando el jueves me enteré de la noticia luctuosa (falleció el 3 de diciembre de 2003 y escribí este artículo unos días después), me conmoví especialmente. Tenía 49 años.
Recordé aquellos momentos, la importancia del presente y el refrán de Líbranos, Dios nuestro, del día de las alabanzas, justas en este caso, aunque prematuras.
Dulce publicó el primer libro de poesía en 1992, Querrán ponerle nombre; y le siguieron Las palabras de la piedra (1993), la antología Tarde tranquila, Contra el desprestigio de la altura (Premio de Poesía Ciudad de Irún de 1995), Matar al ángel, de 1999, y Cuatro gotas; pero la reputación literaria le llegaría con la narrativa: Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa, de aquel verano (1998) y Cielos de barro, una crónica de la Extremadura de posguerra, con la que ganó el Premio Azorín en 2000.
La voz dormida, su última obra, fue un gran éxito de crítica y de público y la corroboración de su actitud comprometida contra la violencia de género y contra el olvido de quienes sufrieron “más horror del que es capaz de soportar la ficción”. Dulce había mitigado la memoria herida con la técnica literaria. Más adelante se hizo una película.
Su hermana Inma, que se parece mucho a ella físicamente, es también una buena escritora; pero Dulce ya no está y las protagonistas de la novela, añosas, con salud delicada y de nuevo sin voz, no pudieron asistir al funeral.


(Mínima adaptación del artículo publicado en "El Correo de Andalucía", 09/12/2003)

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