Este
diario andaluz de la prensa escrita es uno de los más antiguos de
nuestro país, tras el Diario
de Barcelona
(1792), ya que su aparición con este nombre data de 1851, en Málaga;
aunque el de Sevilla, que es el que ha perdurado y del que se trata,
fue fundado por el cardenal Marcelo Spínola y salió
a la venta por primera vez el 1 de febrero de 1899.
Antes habían
nacido El Norte
de Castilla
(1854),
Las Provincias
(1866), Diario
de Cádiz
(1867), El
Correo Gallego
(1878), El
Comercio
(1878), El
Correo Catalán
(1879), La
Vanguardia
(1881), La
Voz de Galicia
y Diario
Palentino
(1882), El
Adelanto
(1883), Diario
de Lérida
(1885),
Diario La
Rioja
(1889), Última
hora (1893),
El Heraldo
de Aragón
(1895) y Diario
de Ávila (1898),
aunque en la actualidad muy pocos permanecen.
Su
primer director fue Rafael
Sánchez Arraiz, que había dirigido El Diario
de Sevilla,
que no tiene nada que ver con el actual, fundado en 1991, sino que
fue un periódico carlista.
En
la época del tardofranquismo, El
Correo
abandonó su permisividad con el Régimen (que llegó a ser mucha,
sobre todo durante la guerra civil, en cuyo periodo publicó unas
cartas de Queipo de Llano de infausto recuerdo) y apoyó los
movimientos obreros, especialmente al sindicalista Marcelino Camacho
y, al borde de los setenta, lo dirigirá un conocido sacerdote José
Mª Javierre, de ideas
bastante avanzadas para la época, sobre todo en materia de libertad
de expresión.
Por
aquel entonces tenía
el periódico unas páginas específicamente literarias, como la
titulada “Correo literario”, donde publicaban incluso los poetas,
de lo que podemos dar fe muchos de los escritores onubenses, y
andaluces en general, que ya habíamos levantado nuestras voces por
aquellas fechas.
José
María Requena fue el director desde 1976 y se le acusó por dar
cobertura a la noticia de un desalojo de trabajadores recluidos en la
parroquia de un barrio sevillano y por defender al cura obrero José
A. Casasola. También se unió a la defensa del borrador del estatuto
de autonomía y fue llevado en varias ocasiones a declarar ante un
juez, acusado de delitos “contra la seguridad del Estado” y por
publicar artículos de opinión que probablemente también hubieran
sido censurados en esta etapa última del PP. Muy comentado fue el de
Manuel Jiménez de Parga, de título “El Supremo no ofrece
garantías políticas” (3-5-1977). Fue su etapa más combativa.
En
1986 comienza una serie de bandazos empresariales, ya que del control
mayoritario de la iglesia católica se pasó al grupo Mundicom,
próximo al PSOE, después a un industrial extremeño, que fundó una
editora distinta y, por razones de todo tipo, en 2013, después de
haber presentado seis ERE desde comienzo de siglo, cayó en manos del
grupo Morera y Vallejo, empresario que lo salvó entonces, para
dejarlo caer lentamente hasta la actualidad, donde el último ERE
despedirá a 27 de los 28 trabajadores y desaparecerá la edición de
papel.
Esta
última editora creó un canal de TV, que dejó de emitir el reciente
31 de agosto y ha mantenido hasta ahora la versión digital y el
ejemplar de gran formato que todos conocemos y que representa un
testimonio de la historia de España de valor incalculable.
Mi
relación con este medio fue entrañable hasta 2005, en que dejé de
publicar regularmente. De los directores que he conocido, además del
llamado cura Javierre, al que traté personalmente, debo destacar a
Antonio Hernández-Rodicio, que dejó el puesto para encargarse de
los informativos nacionales de la cadena SER. De los posteriores,
alguno ha habido que ha querido enderezar el rumbo de este buque
varado, pero generalmente sin acierto y siendo víctimas también de
las crisis económica y de la prensa de papel. En una etapa reciente,
ni siquiera se nombró director/a, así que fueron estos mismos
empleados que ahora lo dejarán quienes asumieron las funciones que
no les correspondían y velaron por su trabajo y también por la
dignidad.
Esta
agonía nos duele a todos: a quienes pierden su puesto de trabajo, a
quienes creemos en la palabra escrita, a quienes creemos en la
opinión publicada, a los amantes de la libertad, al mundo de la
comunicación; y debería dolerles a las instituciones públicas que
lo permiten y a las privadas que no poseen imaginación para hacer de
este medio algo rentable.
Quizá
ninguno llegue a comprender que El
Correo de Andalucía
ha sido y
es
también la imagen de nuestra comunidad, la prelación de unos
valores y una apuesta irrenunciable por la pluralidad.
HuelvaYa.es, 15/9/2018
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